Píramo y Tisbe eran dos jóvenes babilonios que vivieron
durante el reinado de Semíramis. Habitaban en viviendas vecinas y se amaban a
pesar de la prohibición de sus padres. Se comunicaban con miradas y signos
hasta descubrir una grieta en el muro que separaba las casas. Sólo la voz
atravesaba tan estrecha vía y los tiernos mensajes pasaban de un lado a otro
por la hendidura. Así pudieron hablarse, enamorarse y desearse cada vez más
intensamente, hasta que un día acordaron que a la noche siguiente, cuando todo
quedara en silencio, huirían sin ser vistos y se encontrarían junto al
monumento de Nino, al amparo de un moral de moras blancas que allí había, al
lado de una fuente. Tisbe llegó primero, pero una leona que regresaba de una
cacería a beber de la fuente la atemorizó y huyó al verla, buscando refugio en
el hueco de una roca. En su huida, dejó caer el velo. La leona jugueteó con el
velo, manchándolo de sangre. Al llegar, Píramo descubrió las huellas y el velo,
y creyendo que la leona había matado a su amada, sacó su puñal y se lo clavó en
el vientre. Su sangre tiñó de púrpura los frutos del árbol, y de ahí viene el
color de las moras según Ovidio. Tisbe salió cuidadosamente de su escondite y
al llegar al lugar vio que las moras habían cambiado de color y dudó de si era
o no el sitio convenido, pero entonces vio a su amado con el puñal en el pecho
y cubierto de sangre. Le abrazó, sacó el puñal y se suicidó a su vez,
clavándoselo ella misma. Los dioses, apenados por la tragedia, hicieron que los
padres de los amantes permitiesen incinerarlos y guardar sus cenizas en la
misma urna, y desde aquel día los frutos de la morera quedaron teñidos de
púrpura.
LA INFLUENCIA DE ESTE MITO
La trama de "Píramo y Tisbe" aparece dos veces en
Shakespeare. La trama de Romeo y Julieta (1595) se tomó bien del relato latino
de Ovidio en Las metamorfosis. Y también aparece en la comedia El sueño de una
noche de verano, interpretada por un grupo de rústicos.
En música destacan las 6 Sinfonías conservadas de C. D. von
Dittersdorf, inspiradas en las Metamorfosis (1 Cuatro Edades, 2 Faetón, 3
Acteón transformado en ciervo, 4 Liberación de Andrómeda, 5 Castigo de los
campesinos licios, 6 Fineo y sus compañeros petrificados), o las seis
Metamorfosis de Benjamin Britten para óboe solo.
Las famosas Hilanderas de Velázquez son un buen símbolo de
cómo el pintor conoce no sólo el argumento sino la técnica ovidiana del relato
dentro del relato y utilización de sus modelos.
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