La leyenda de Filemón y Baucis
Cuenta una leyenda griega que en la antigua ciudad de Tiana existe, en lo alto de una colina, un viejo roble milenario y un hermoso y gran tilo de la misma edad. Al parecer, estos elementos del paisaje son en realidad el final de una hermosa leyenda, la leyenda de Filemón y Baucis.
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El enfado de los dioses era más que evidente. Una pareja mayor, Filemón y Baucis, les ofrecieron su humilde cabaña, quizá una de las más humildes de todo el pueblo. Los dioses los acompañaron con sus vestimentas de mendigos.
Los anfitriones ofrecieron a los dos extraños su comida y bebida. En un momento de la noche Baucis notó que las copas y los platos no disminuían en cuanto a su contenido. Esto le extrañó, y llegó a la conclusión de que estos individuos eran en verdad dioses, y que por ello, su comida y bebida mortal no les satisfacía.
Filemón fue corriendo a los establos para tomar el único animal que tenían, un ganso. Pero cuando estaba dispuesto a matarlo para ofrecerlo a los dioses, este ganso corrió a los brazos de Zeus. El dios se levantó y aseguró que no era necesario el sacrificio del animal. Asimismo, agradeció la actitud hospitalaria de la pareja.
Antes de marcharse, Zeus pidió al matrimonio que lo acompañaran al monte, pues pensaba destruir la ciudad dada la mala respuesta que había obtenido del resto de ciudadanos. Una vez arriba, en la montaña, el matrimonio observó cómo su ciudad y todos los habitantes que allí residían eran destruidos. Un castigo que ni hizo ni parpadear al gran y enfadado Zeus.
Tan sólo quedó la casa del matrimonio, que posteriormente fue convertida en santuario, siendo ellos los encargados del mismo. Además, Zeus decidió convertirlos tras su muerte en un gran roble y un precioso tilo, en muestra del agradecimiento a su comportamiento.
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